miércoles, 8 de julio de 2009

LA ESPADA EN LA BIBLIA

En el denominado “Índice alfabético de las notas más importantes” de la “Nueva Biblia de Jerusalén” (1) no aparece la palabra “espada”, elemento de suma importancia a la hora de impartir justicia bíblica. Sin embargo, de ella se habla a menudo en dicho libro, y prácticamente en todas y cada una de las partes que lo componen.

Así, en la primera parte o “Pentateuco” (2) no se postpone mucho su presencia pues se la nombra en el tercer capítulo del “Génesis”:

“Tras expulsar al hombre (del paraíso), puso delante del jardín de Edén querubines, y la flama de la espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida”. (vers. 24)

Cabe entender pues que la espada metálica aún no estaba inventada en los albores del judaísmo, dado que la “Hipnosis (sic) Cronológica” de la “Nueva Biblia” sitúa los primeros capítulos del “Génesis” hacia los dos millones de años antes de la Era actual. (véase pág. 1843)

La revisión que se hace, dicho sea de paso, de las afirmaciones publicadas en Biblias anteriores, y cito por ejemplo la conocida del Rey Jaime, la cual sirvió de inspiración al arzobispo de Armagh para afirmar que el Cielo y la Tierra “habían sido creados en la tarde (a la entrada de la noche) que precedía al domingo 23 de octubre de 4004 a.C.” (3) es más que evidente.

Vemos pues, corregida la edad de 6000 años que Usher daba a la Tierra, y que la corrección es relativamente reciente, pues la primera oposición abierta contra esa corta edad la expuso Edmond Halley hacia 1715 y, hacia 1778, Georges Leclerc no se atrevió a atribuirle más de 75.000 años. Realmente fue en el siglo XX cuando se dio a la Tierra la edad que actualmente se le atribuye.

Un@ se puede imaginar con esto, la presión que ejercería la Iglesia contra quienes opositaran a la edad terrenal establecida por ella y-o sus representantes. Sin embargo, en la actualidad, si un@ toma a pie de la letra la sarta de burradas y sandeces atribuidas a Yahvé y a su pueblo elegido, que no es la Humanidad como cabría esperar de un dios benevolente y justo, sino un determinado pueblo, los comisionados bíblicos se echan manos a la cabeza, recomendando como dijeron sus antecesores en 1909, no buscar en ellos el rigor científico.

Primero te matan por insinuar mayor edad a la establecida por la Iglesia y después, cuando la ciencia arruina el testimonio eclesial, te permite-n no buscar el rigor científico. ¡Qué arte tiene esta gente para amoldarse a las circunstancias de los nuevos tiempos!

Volviendo a la espada, en el “Génesis” se la cita 9 veces: 4 en las notas de pie de página y 5 en el que llamaremos “texto madre”.

En el “Éxodo” se la cita 7 veces, otras 7 en el “Levítico”, 7 más en los “Números y otras 7 en el “Deuteronomio”, todas ellas en el texto madre.

Ciérrase pues, el “Pentateuco” con 37 apariciones de la espada, y hé aquí una breve selección de textos donde tiene lugar la aparición:

“Esto dice Yahvé, el Dios de Israel: Ceñíos cada uno vuestra espada al costado; pasad y repasad por el campamento de puerta en puerta, y matad cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente”. (Ex. 32, 27)

“…deberás pasar a filo de espada a los habitantes de la ciudad; la consagrarás al anatema con todo lo que haya dentro de ella”. (Deut. 13, 16)

“Por fuera la espada sembrará orfandad, y dentro reinará el espanto. Caerán a la vez joven y doncella, niño de pecho y viejo encanecido”. (Deut. 32, 25)

“Embriagaré de sangre mis saetas, y mi espada se saciará de carne: de sangre de muertos y cautivos, de cabezas encrestadas de enemigos”. (Deut. 32, 42)

Nos quedaremos sin saber qué tipo de arma selectiva utilizó Yahvé para exterminar “a todos los primogénitos del país de Egipto, de los hombres y de los animales (…) desde el primogénito del faraón, que se sienta en el trono, hasta el primogénito del preso, que está en la cárcel” (Éx. 12, 12 y 29), aunque el armamento usado en otras muchas carnicerías de la época como iremos viendo si los gremlis nos dejan en paz, será la espada, aparecida alguna que otra vez en formato cuchillo, o bajo la denominación sable, que resulta más militar que espada.

Pero antes de proceder a presentar nuevas evidencias estadísticas, aportaré otras 20+20 contradicciones bíblicas para deleite del lector y-o la lectora ate@ que sigue atenta o desatentamente mis disertaciones, muchas de ellas primicias internáuticas y otras muchas pescadas en el revuelto mar del Google.


Honorius Page.


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(1)- “Nueva Biblia de Jerusalén. Revisada y aumentada (…) con las debidas licencias de la Conferencia Episcopal española. 22 de abril de 1998”. Editorial Descleé De Brouwer S.A. Bilbao, 2006.

(2)- “El libro en cinco volúmenes” o Pentateuco abarca el “Génesis”, el “Éxodo”, el “Levítico”, los “Números” y el “Deuteronomio”, y su autoría se le atribuía a Moisés, “al menos desde el comienzo de nuestra era”, cuestión hoy denostada. Estos cinco volúmenes forman lo que los judíos llaman “La Torá”. Su “Ley”.

(3)- Draper, Juan Guillermo. “Historia de los conflictos entre la religión y la ciencia”. . Imprenta de Aribau y Cª, Madrid 1876. Una versión reciente de este libro apareció en Barcelona, en 1987, editada por Alta Fulla.

1 comentario:

  1. Donde dice "Hipnosis (sic) Cronológica" debía decir "Sipnosis (sic) Cronológica". Y, casi al final del texto, donde dice "evidencias estadísticas", debe entenderse "evidencias espadísticas".

    Los errores los produce la página, no el autor.

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